Flora canaria > Pisos de vegetación > Termocanario seco
Piso termocanario seco
El piso termocanario seco,
o piso de los bosques termófilos, se encuentra en todas las Islas Canarias,
en una banda altitudinal situada aproximadamente entre los 200-500 m,
fundamentalmente en las vertientes orientadas al norte y este, estando casi
ausentes en las vertientes del sur y suroeste.
Climatológicamente se caracteriza por unas temperaturas moderadas que están
entre los 15-18ºC de media anual. Las lluvias siguen un patrón de
distribución anual típico del clima mediterráneo, con máximas en invierno y
primavera, pasando por una estación muy seca en verano, y una precipitación
media anual comprendida entre los 350-600 mm. La influencia de los vientos
alisios y la proximidad a las zonas de formación del mar de nubes provoca
una disminución progresiva del grado de insolación y un ligero aumento de la
humedad.
Otros factores ecológicos, como el tipo
de suelos, el régimen de vientos, la antigüedad geológica, etc., también
influyen en la composición florística de este piso de vegetación, que se
caracteriza la aparición de un tipo de bosque de bastante abierto formado
por unas pocas especies arbóreas: la palmera canaria (Phoenix
canariensis), el drago (Dracaena
draco), el lentisco (Pistacia
lentiscus), la sabina (Juniperus
canariensis), el acebuche (Olea
guanchica), el almácigo (Pistacia
atlantica), el mocán (Visnea
mocanera), etc., que ocasionalmente constituyen asociaciones casi
monoespecíficas dando origen a los llamados palmerales, sabinares,
acebuchales, lentiscales, etc.
La palmera canaria (Phoenix canariensis) puede encontrarse desde la costa, sobre suelos arenosos o salinos, hasta cotas situadas por encima de los 600 m, ocupando principalmente cauces y laderas de barrancos, pues es una especie resistente y muy adaptable que lo único que requiere es cierta humedad edáfica. El drago (Dracaena draco) es el árbol más simbólico de Canarias, pero en la actualidad es muy escaso en estado natural, y sólo quedan poblaciones significativas en algunas zonas de Tenerife y del norte de La Palma (Buracas, La Tosca). La sabina (Juniperus canariensis) es un árbol de pequeño tamaño, pero muy resistente y de madera muy apreciada, que fue muy abundante en tiempos pasados y del que aún se conservan pequeños bosquetes de singular belleza, siendo el más espectacular el situado en Sabinosa, en la isla de El Hierro, donde la acción del viento ha dotado de tortuosas formas a estos árboles, y el más extenso y mejor conservado el de Vallehermoso, en la isla de La Gomera.
Junto a estas especies arbóreas dominantes se encuentran grupos de arbustos y herbáceas, casi todos endémicos de las Islas Canarias, que destacan por su abundancia, su valor paisajístico y su llamativa floración, como es el caso del granadillo (Hypericum canariense), el guaydil (Convolvulus floridus), el jazmín silvestre (Jasminum odoratissimum), la malva de risco (Lavatera acerifolia), el espinero (Rhamnus crenulata), la hierbamora (Bosea yervamora), el orobal (Withania aristata), el jorao (Asteriscus sericeus), el espinero (Rhamnus crenulata), etc.
Muchas de las numerosas especies que viven en este piso de vegetación pertenecen a géneros ampliamente representados en Canarias, cuyo proceso evolutivo a dado lugar a endemismos que sólo se encuentran en una sola isla. Es el caso de diversas de margaritas, (Argyranthemum spp.), siemprevivas, (Limonium spp.), chahorras, (Sideritis spp.), cerrajas, (Sonchus spp.), tajinastes (Echium spp.), cabezones, (Cheirolophus spp.), corazoncillos, (Lotus spp.), o tomillos de monte (Micromeria spp.).
También algunas plantas de origen mediterráneo encuentran en esta zona su espacio vital preferente, llegando a ser muy frecuentes en áreas marginales o degradadas de este piso de vegetación, como es el caso de la jara (Cistus monspeliensis) o el torvisco (Daphne gnidium).
Dragos de La Tosca, Barlovento
La secular
concentración de la población humana en estas zonas, desarrollando
actividades como la agricultura, el pastoreo y la tala abusiva, ha reducido
en gran medida la distribución original de estos bosques, de modo que sus
manifestaciones actuales son escasas, con muy pocas representaciones de lo
que pudo haber sido esta vegetación en estado natural, como es el caso de
los sabinares de la isla de El Hierro, del noroeste de La Gomera, y algunos
de área muy reducida existentes en la zona de Afur en Tenerife, y en la isla
de La Palma; los lentiscales de Gran Canaria; los almacigares dispersos en
Tenerife, La Palma y Gran Canaria; y los palmerales de La Gomera, Tenerife,
La Palma, Fuerteventura y Lanzarote.
En cuanto a los que podríamos llamar dragonales, concentraciones más o menos densas de dragos, han desaparecido casi por completo del paisaje canario. Los escasos grupos naturales de dragos que persisten hoy en día se hallan en la isla de Tenerife (Roque de Tierra y Roque de las Ánimas, en Anaga; Barranco del Infierno y Barranco de Las Carboneras), y en La Palma (El Palmar, Franceses y Las Tricias, en Garafía; La Tosca, en Barlovento).
Whitania aristata
Pero del vigor y amplitud de la distribución original de este piso de vegetación nos da idea el hecho de que incluso islas como Lanzarote y Fuerteventura, hoy casi desérticas y sin vegetación arbolada, conservan, además de los palmerales, testimonios de que en épocas pasadas existieron en ellas poblaciones de adernos, almácigos, lentiscos, mocanes y hasta marmolanes.