Rhus coriaria
L.
Zumaque, Zumaquero, Somaquí
Descripción:
Arbusto caducifolio de hasta 3 m de alto,
abundantemente ramificado y cubierto en todas sus partes de una corta y
áspera vellosidad. Sus ramas son finas, leñosas y quebradizas, estando
protegidas por una gruesa corteza de color marrón verdoso.
Sus
grandes hojas, de color verde intenso y hasta 20 cm de largo, se hallan
agrupadas en falsas rosetas terminales; son compuestas, con un número
impar de foliolos (imparipinnadas), ovalados, alternos,
finamente vellosos y toscamente dentados.
Las flores son muy
pequeñas, unisexuales, a veces hermafroditas, las masculinas
generalmente de mayor tamaño que las femeninas. Se agrupan en panículas
terminales o subterminales: las masculinas laxas y de entre 15-25 cm de
longitud, y las femeninas más densas y de entre 8-15 cm de largo.
Presentan cinco sépalos verdosos, y cinco pétalos aterciopelados de
color entre blanquecino y verdoso-amarillento.
Los frutos son drupas
comprimidas parecidas a un guisante, cortamente lanosas y de color
purpúreo al madurar, que se agrupan en densos racimos terminales,
levantados o semicolgantes; en su interior contienen unas cuantas
semillitas duras de color grisáceo o pardusco.
Toda la planta
desprende un característico olor a madreselva, especialmente acentuado
en las horas del atardecer. Así mismo, todas las partes de la planta
producen un jugo lechoso de carácter tóxico.

Hábitat: Elemento típico del sur de Europa y norte de
África que también se considera nativa del archipiélago canario, donde
es parte habitual del matorral de la zona de medianías. Su presencia es
relativamente frecuente en riscos, laderas rocosas, cultivos
abandonados, bordes de caminos y carreteras, etc.
Floración:
Primavera y verano, produciéndose la
fructificación durante los meses de otoño.
Reproducción:
Por semillas y esquejes. Sus frutos son
comidos por pájaros, que colaboran de este modo a la dispersión de sus
semillas.
Usos: Esta planta se cultivó durante muchos siglos
en los países mediterráneos, pues de sus hojas y corteza se obtenía un
afamado curtiente empleado en el tratamiento de pieles y cueros,
destinados posteriormente a la fabricación de guantes, zapatos y
cinturones.
Esta práctica también se realizó en Canarias desde el siglo
XVI, donde se plantó en abundancia y dio lugar a una intensa actividad
comercial entre nuestro archipiélago y la isla de Madeira, como aparece
documentado en numerosas actas notariales de la época. Este uso agrícola queda testificado en la naturaleza por la abundante presencia de
restos de estas plantaciones en algunas zonas de las islas, y la
pervivencia de topónimos como El Zumacal o El Zumaquero.
También
produce tintes muy apreciados y de distintos colores: amarillo la
corteza de los tallos, rojo la corteza de la raíz, y marrón oscuro o
negro las hojas y los frutos frescos. Suele emplearse molido y le
proporciona al cuero un agradable olor a té, además de hacerlo
resistente a la luz, debido en parte a las propiedades antioxidantes del
ácido gálico que contienen sus frutos.
Los frutos maduros molidos se
usaban en la época romana como sustituto del limón y el vinagre. Y en la
actualidad forman parte de la cocina libanesa, iraquí, turca y de otros
países del
Oriente Medio, generalmente como condimento de pescados, ensaladas, en
la carne o en el arroz. Además constituyen uno de los ingredientes
principales de una mezcla de especias muy usada en esos países
denominada zahtar, y de otra que en Egipto denominan dukkah.
Los frutos se pueden encurtir de manera similar a las alcaparras, para
tomarlos como aperitivo.
En el sureste de la Península Ibérica se
utilizaban sus hojas como sustituto del tabaco. La decocción de sus
hojas y tallos se usaba antiguamente para teñir el pelo de negro.