Propiedades medicinales: Esta especie es ampliamente conocida por sus innumerables cualidades terapéuticas, siendo una de las 11 plantas del mundo más utilizadas en la industria cosmética y naturista. De sus hojas se pueden obtener dos tipos de extractos: jugo condensado y gel, ambos con una gran concentración de vitaminas, sales minerales, aminoácidos, enzimas y otros principios muy activos terapéuticamente.
Entre sus beneficios destaca su capacidad de fortalecer el sistema inmunológico, ayudar en las afecciones oculares, y en los desórdenes intestinales, actuando como antidisentérica, antihemorroidal, cicatrizante, laxante y colerética. Es muy utilizada como dermática, para el tratamiento de heridas, quemaduras y problemas de la piel, debido a su actividad contra enfermedades como la dermatitis y la psoriasis. Asimismo, posee una amplia gama de propiedades que se aprovechan en la preparación de bebidas, yogures y suplementos.
A nivel cosmético, el aloe es un producto muy versátil, utilizado desde la Antigüedad, donde era la base de numerosos ungüentos para el cuidado del cuerpo y la cicatrización de heridas. Actualmente tiene infinidad de usos: su poder refrescante lo hace adecuado para calmar las quemaduras solares, pero también para aliviar los picores y las rojeces provocadas por las picaduras de insectos, pues gracias a sus propiedades calmantes y refrescantes, aporta hidratación y frescor. También es conocido su efecto tensor sobre las pequeñas arrugas, y está indicado como un buen coadyuvante en el caso de manchas por exceso de exposición solar.
En algunas localidades de nuestro archipiélago se empleaban cataplasmas de sus hojas machacadas para curar hematomas externos, y también para sanar empeines en los animales. También se recomendaba para el asma una infusión de sus hojas descortezadas, a la que le añadían un poco de aguardiente.

Distribución: Norte y este de África, Arabia. Naturalizada en muchas regiones del mundo.


Notas: Cada hoja está compuesta por tres capas: una interior de gel transparente que contiene hasta un 99% de agua y el resto está compuesto por glucomananos, aminoácidos, lípidos, esteroles y vitaminas; una capa intermedia de látex, que es la savia amarilla amarga y contiene antraquinonas y glucósidos; y una capa exterior gruesa de 15 a 20 células, llamada corteza, y que tiene una función protectora y sintetiza carbohidratos y proteínas.
El uso de este aloe está documentado entre los más destacados cronistas de la Antigüedad, mencionada hasta en La Biblia. La descripción más antigua conocida se encuentra en un papiro egipcio del año 1.500 a. C., en donde se detallan más de 12 remedios a base de Aloe vera. Se dice que el filósofo Aristóteles persuadió a Alejandro Magno para que conquistara la isla de Socotora, con el propósito de obtener suficiente cantidad de aloe para la curación de las heridas de sus soldados.
Al parecer, esta especie fue llevada desde las Islas Canarias al Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, y otros conquistadores y monjes franciscanos, quienes realizaron las primeras plantaciones en la isla de La Española, de donde procede el primer nombre científico con que se bautizó a esta planta: Aloe barbadensis. En el continente americano esta especie vegetal se asentó y expandió amplia y rápidamente, existiendo en algunos lugares el uso de la expresión "pomada canaria" para referirse al uso de la sustancia gelatinosa que se obtiene de sus hojas.

Etimología:
Su nombre genérico (Aloe) parece tener un origen no muy claro. Podría derivar del latín aloe, con el que en la época romana se denominaba tanto a la planta como a su amargo jugo; otros autores creen que viene del árabe alloeh, que significa sustancia amarga brillante. El específico (Vera) procede del latín vera (verdadero), probablemente queriendo decir que esta especie era la sábila más auténtica y genuina.
Sinonimia: Aloe barbadensis, Aloe indica, Aloe perfoliata, Aloe vulgaris.

Distribución: Introducida. El Hierro, La Palma, La Gomera, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote.
Ecosistemas: Cardonal-tabaibal, Bosques termófilos.
Altitud: Normalmente entre los 50-700 m s. n. m.

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